Seguramente alguna vez hayas oído hablar de esta patología. Sin embargo, el número de casos se ha multiplicado en los últimos años, convirtiéndose en un problema de salud pública. El síndrome de Noé es un trastorno del comportamiento muy parecido al síndrome de Diógenes, que se caracteriza por la acumulación excesiva de animales de compañía. Una enfermedad mental que no solo hace mella en el paciente, sino también en las criaturas con las que convive, pues estas carecen de los cuidados mínimos necesarios para su supervivencia.
Un síntoma relacionado con la depresión
Aunque parezca un tipo de maltrato animal, el síndrome de Noé provoca que el paciente no sea consciente del trance que está atravesando. Es decir, a pesar de las condiciones en las que viven los animales, el individuo posee una conexión emocional muy fuerte con todos ellos, no se trata de una crueldad deliberada.
Este carácter suele estar motivado por el estado social y anímico del paciente. El síndrome de Noé está relacionado con rasgos obsesivo compulsivos de personalidad e, incluso, demencias, alucinaciones o adicciones. Un estudio ha revelado que el 90% de los enfermos viven solos o han sufrido algún suceso traumático de suma relevancia. Además, la media de edad supera en el 63% de los casos los 65 años. Dos factores que aumentan la precariedad de la situación.
Señales de alerta del síndrome de Noé
El síndrome de Noé está acompañado de unas condiciones insalubres y antihigiénicas que pueden desencadenar múltiples enfermedades. Heces y restos de alimentos, parásitos, desnutrición o un olor nauseabundo son algunas de las peculiaridades de dicha afección. ¿Cómo podemos identificarla?
-Como ya hemos explicado, la acumulación compulsiva y desmesurada de una gran cantidad de animales es el rasgo más característico.
-Si estas criaturas parecen desatendidas, ya sea por falta de recursos o incapacidad física, es importante alertar a las autoridades.
-El paciente siempre negará el problema y defenderá su compromiso personal con dichos animales, a quienes protegerá a toda costa.
La solución radica en el suministro de fármacos al paciente, sin embargo, las terapias cognitivo-conductales también ayudan al paciente a disminuir la ansiedad, potenciar su motivación o reestructurar el desorden.